sábado, 1 de junio de 2013

Tacones o mujeres

A él le gustaba que las mujeres usaran tacones, pero las de su entorno eran hembras activas, autónomas, deportistas, y usaban zapato plano. No había manera de convencerlas de lo sexi que era (o a él le parecía) un pié calzando tacones. 
Un día decidió predicar con el ejemplo y se hizo fabricar varios pares de su número, el 46, con tacones de aguja o de cuña.Y así empezó a acostumbrarse a conducir con tacones, a montar en moto con tacones, a correr, a ir en metro, a cazar, a ir al super, a entrar a trabajar con tacones.
La fortaleza de sus pies resistió el envite, pero su moral se vino abajo ante la admonición de sus jefes que le advirtieron que esa clase de calzado estaba reservado exclusivamente a las secretarias o esposas. 

Comprendió entonces que el sufrimiento del metatarso solo era destinado a las mujeres, igual que arrancarse los pelos de las axilas y otros asuntos exclusivos:
Mujeres o tacones.
Mujeres o velos.
Mujeres o ablación del clítoris.
Mujeres o esclavas sexuales.
Etc, etc, etc, etc.

Se quedó el hombre perdido entre las suyas, libres y autónomas, que usaban tacones cuando les daba la gana y si no era para conducir, ir en moto, correr, ir en metro, ir a cazar, ir al super o entrar a trabajar.

Pero ¿qué clase de hombre soy? (se dijo).

3 comentarios:

Ricky Mango dijo...

En una ocasión hice el amor con una gorila. Mí no gustar. Mí gustar mujer femenina, no fardo con vello en piernas.

Sé que soy un degenerado, pero no callaré. ¡Libertad para ponerse guapas!

ella dijo...

Bien mister Ricky, no parece que haya entendido usted el asunto del que se trata. A mi tampoco gustar gorilas para hacer el amor, pero es lo que hay mientras no se depilen ustedes, sobre todo el pelo de los sobacos.

Ricky Mango dijo...

No me ponga usted ejemplos traídos por los pelos -de los sobacos o de donde sea-. Lo suyo es ideológico. Millones de hombres se depilan hoy hasta las anginas, y millones de señoras hasta la región inguinal. Lo único que pido es libertad para obedecer a las hormonas y ponerse monas. En el sentido coqueto de la palabra, claro está.