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Confesarse
Delincuente confesando al cura sus fechorías en presencia de su abogado y de Dios mismo. Obsérvese a los dos testigos arrodillados esperando instrucciones. El abogado con alas lleva un pliego de descargo. A Dios parece interesarle la absolución de los pecados del delincuente en vistas a las próximas elecciones generales. Una vez perdonado de sus pecados el delincuente está listo a volver a las andadas pues ya ha pagado las bulas millonarias para salir del Purgatorio él y toda su familia.
Los ateos lo tienen más difícil pues han de ser buenos y honrados porque si, ya que no hay dios que les vigile ni cura que les absuelva de sus delitos en el confesionario.
3 comentarios:
Y ese es mi caso, Ella, que , como soy atea (lo juro por Dios)ni tengo Dios ni cura que me absuelvan, con lo cual tengo asegurado el infierno y sus consecuencias flamígeras. No quiero ni pensarlo. Minervina.
Minervina, nos veremos en el infierno, si Dios quiere. Llévate el biquini por si acaso.
Lo peor es ser creyente y pobre, que no gana uno para encender palomitas y menos ahora que son de moneda.
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