Me fui junto a los árboles que son mi libro de horas particular y volví a preguntarles cuanto habían tardado en crecer derechos o torcidos o ladeados, escuchando yo mientras tanto en secreto el concierto de cello de Kabalewsky; y sola entre los pinos lo bailé sin que pudiera apercibirse, leves gestos con la cabeza, brazos y piernas como el que camina, en perfecta conjunción con la música.
-Barro en el suelo, calor y fresco a la sombra -
Recuperé lo simple, desayunando felicidad con la naturaleza, el placer y la música en un campo cualquiera esta mañana mismo.
No way out
Hace 3 años
3 comentarios:
¡Quién pudiera...!
Rick, estás invitado.
Haré lo que pueda, pero mis planes este verano apuntan a otras rutas. Estás muy a trasmano de todo.
Gracias, de todos modos. Tarde o temprano, iré. Un beso
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