sábado, 31 de diciembre de 2011

3. MATINAR



Casi siempre venía Aidita a casa, amiga desde siempre de mi madre, a recordar historias divertidas de la época del hambre y la posguerra. Eran tardes de mujeres, de vaho a contraluz y mis hermanas haciendo os en la ventana para escribir su nombre con el dedo. Tardes de formar sílabas con letras de plomo que un vecino nos traía de El Pueblo Gallego poco antes de que cerrase aquel periódico. Tardes de radio e historias de la guerra que mi abuela trataba de evitar sin conseguirlo… ¿Cómo decía mi madre en Francia abuela? Fo fre, fo fre, frotándose las manos ¡qué frío aquel invierno, coña! decía al recordarlo... Tardes de chocolate, de galletas, de morros marcados y ojos con chispa del calor y la risa. Tardes tras las mañanas de mugre y de lejía, de blanco y de clareo, de cocina, de tiendas y de prisas. Tardes de huevos de madera y calcetines a las que se zurcieron tantas cosas que no necesitaron de aguja ni dedal.

Condado

4 comentarios:

Ricky Mango dijo...

Bonita evocación. Da para más.

ella dijo...

Cierto, Rick, da para una película, hay mucho de imagen.

Anónimo dijo...

Esas tardes de charlas de mujeres, como dice Condado, me recuerdan los "filandones" castellanos. La misma cosa pero en otro lado de la geografía. Minervina

ella dijo...

Filandón o calechu según Luís Álvarez Catalá, 1872.

http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Filand%C3%B3n_(1872)_Luis_%C3%81lvarez_Catal%C3%A1.jpg