Era un mundo más diáfano.
Otro mundo distinto al verdadero,
al que llamamos mundo entre nosotros,
microcosmos perfecto
que se ofreció a mis manos
como dulce regalo a los sentidos.
Y aspiré su fragancia
con la misma vehemencia
de quien sabe el instante
feliz e irrepetible.
Nada era real, salvo ese espacio
y el milagro increible de la vida,
circunscrita a sus límites.
Duró lo que la rosa.
Porque nada que aliente en el prodigio
es inmortal,
y muere.
Mª Consuelo Fernández Suárez
(Agosto-1993)
No way out
Hace 3 años
2 comentarios:
Me lo llevo. Y tal vez me atreva, ¿quién sabe? Lo intentaré al menos.
(Gracias tambiém por el otro regalo, el de la luna y su claro, triste y bello.)
Parece Sun Iou, que tomamos "bellezas" del mismo arbol.
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