...Un fama tenía un reloj de pared y todas las semanas le daba cuerda CON GRAN CUIDADO. Pasó un cronopio y al verlo se puso a reir, fue a su casa e inventó el reloj-alcachofa o alcaucil, que de una y otra manera puede y debe decirse.
El reloj alcaucil de este cronopio es un alcaucil de la gran especie, sujeto por el tallo a un agujero de la pared. Las innumerables hojas del alcaucil marcan la hora presente y además todas las horas, de modo que el cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya sabe una hora.
Como las va sacando de izquierda a derecha, siempre la hoja da la hora justa, y cada día el cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas.
Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa violeta del centro el cronopio encuentra un gran contento, entonces se la come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero.
Julio Cortazar-1963
No way out
Hace 3 años
4 comentarios:
Una forma como otra cualquiera de matar el tiempo, que, por cierto, cuando no lo matamos, se muere solo: tiene vocación suicida el tiempo.
Apontei a sugestão gastronómica:
rosas violetas com azeite, vinagre e sal...!
Talvez um pouquito de pimenta, já que este tempo anda tão sem gosto?
Sun Iou, el tiempo es a la música lo que el lienzo al cuadro, por eso me parece fascinante este episodio suicida del tiempo que sugiere Cortazar.
Jonas, probaré con la pimienta, a ver si se anima este tiempo que Sun Iou quiere matar :)
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