Cielo impresionado por el sonido de la trompa cuando la toca David, que hace que las nubes se sonrojen y la culpa como casi siempre es del número cinco que esta vez le pareció a Tchaikovsky que el tema debía hacerlo la trompa a solo a sabiendas de que las nubes se ruborizarían y el cielo quedaría muy impresionado.
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