-La cena debía estar rica ( dijo el violonchelo amontonado en la pared).
-Sí (contestó el piano): ventresca de atún y carrillada de segundo.
-Y los vinos? ( preguntó el laúd)
-Lo de siempre (apunta la guitarra): verdejo para los blancos y riberita del duero para los tintos. Nada nuevo.
-Ahora que han terminado toca lo de los boleros, vas a ver (gime el teclado)
-Oye y esa de los rizos que sale a tocar?, trae partitura ( dice el pedal asustado)
-A ver que toca de postre ( piensan todos)
Y la pianista, ya avezada en años, se sentó al piano y colocó la partitura en el atril. Se puso las gafas y empezó muy despacio a bajar teclas blancas y negras de lo que decía su partitura:
8 comentarios:
Con su permiso y entusiasmo por mi parte, sigo escuchando y disfrutando de la melodía que su señoría, la concertista, está interpretando en ese lugar que creo haber reconocido.
Un aplauso muy merecido por mi parte. Minervina.
¡Qué suerte tienen algunos pianos!
Gracias Minervina, sirva mi texto como invitación a repetir. Pongamos fecha.
Sun Iou Miou, queda usted invitada.
Hay un viaje previsto a la capital del Norreino. Aún no se sabe el día ni la hora. La mantendré informada. Entre tanto, mantenga las teclas bien pulidas y desgastadas.
Vaya, un bolero que no me sé… Feliz año
Sun Iou, avise con tiempo para sacarle brillo al teclado y estirar los dedos.
Condado, no me puedo creer que no conozca eso de "...dore mi sol las olas y la espuma...", es de uno de sus poetas favoritos.
El sitio me suena.
#sinestesiaparda
Suerte tienen algunos sitios y algunos pianos.
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